Transcribí el texto español y lo di a leer a mis alumnos de francés de 1º de bachillerato 2010/11. Era final de curso, no pasaba nada por saltarse el currículum y dedicarse cuatro o cinco clases a leer y reír con una simpática historia, relacionada además con sus estudios de filosofía, asignatura que ya habían cursado durante un año y cuyos tecnicismos, tras un curso sin parar de escucharlos, al menos no les eran totalmente desconocidos.
Leyendo y trabajando el texto en clase, me fui convenciendo de que había llegado la hora de cambiar la clásica obra de teatro de fin de curso por algo mucho más potente en este mundo audiovisual: un cortometraje, un buen cortometraje.
Me hice con el texto en francés[2] y a principios del nuevo curso elaboré el primer guion.
Los nuevos alumnos de francés de 1º de bachillerato accedieron desde el momento en que les propuse la idea. Aún no sabía con qué medios iba a poder realizar el corto, pero la idea ya estaba lanzada. El entusiasmo de los alumnos fue la mecha que encendió el motor para empezar en serio a planear una actividad tan novedosa.
Diseñé un proyecto de aula para la tercera evaluación (y que añadí a la programación didáctica de la materia) con el cual poder evaluar a los nueve estudiantes de aquel grupo.
¿Y por qué un texto inglés para trabajarlo en francés? Porque la
literatura adecuada para la enseñanza no conoce de idiomas, sólo basta una
buena traducción al idioma meta. En
cuanto a la idea de rodar en blanco y negro, era algo que también “sugería” la
lectura del texto, para así respetar la atmósfera de los clásicos americanos
del género.
Durante las dos primeras evaluaciones busqué las localizaciones, imaginé
y anoté posibles planos dentro y fuera del instituto (la protagonista caminando
al principio por los pasillos, la pizzería, el club de billar, la morgue en el
laboratorio de biología, el despacho del detective) y puse el proyecto en manos
de mi amigo personal Ángel Toledo, que leyó el guion, que aceptó el reto de
rodar con actores adolescentes no profesionales, y que con sus tres compañeros
de la productora local Titi Records se lanzó a echarme una
mano.
Revisé el guion con Jean-Marc Benedetti (amigo y corrector de textos), y
con Ángel Toledo le dimos forma definitiva. Yo me encargaría de la voz en off.
Acabada la segunda evaluación, comenzó el proceso de memorización del
texto por parte de los alumnos. En la plataforma educativa de grabación de voz Voxopop dejé grabada la lectura
del guion, para que los alumnos leyesen su papel a la vez que me escuchaban.
La tercera evaluación, como ya se ha explicado, se dedicó por entero a Le Boss. En clase hicimos numerosas
veces la lectura teatralizada y concretamos los papeles asignados, el
vestuario, el maquillaje y el atrezo necesario. Les presenté en clase los
cortes musicales que seleccioné para el corto, de forma que conocieran el jazz
gitano (o jazz manouche) y en
especial la figura del guitarrista francés Django Reinhardt. Para ello, y de
nuevo homenajeando a Woody Allen, utilizamos varios fragmentos musicales
aparecidos en su filme Acordes y
desacuerdos (Sweet and lowdown,
1999).
Una clase a la semana (de cuatro) se dedicaba a la lectura y comentarios
(para profundizar la expresión oral) de textos relacionados con la trama
filosófica del corto. Leímos fragmentos de El
extranjero (Camus), de A puerta
cerrada (Sartre) y de Cándido (Voltaire).
El rodaje se produjo en cinco tardes consecutivas de una semana de mayo.
Ángel Toledo utilizó el programa Première para realizar el montaje del
corto. Este proceso duró un mes y aquí ya no intervinimos los alumnos ni yo.
Este tiempo de espera lo dediqué fundamentalmente a crear afiches para
incentivar a visitar el vídeo el día de su estreno en Youtube, pues notaba que
el trabajo sería bueno y era preciso un “intento de movilización entre los
profesores de idiomas” con el fin de animarse a realizar este tipo de
actividades audiovisuales en sus centros. Atreverse a convertir el análisis de una obra literaria en la creación de una obra audiovisual es un
hermoso yacimiento educativo, y considero que se debe potenciar.
Subí el vídeo a la plataforma Youtube el 22
de junio de 2012,
y pronto causó sensación entre personas y entidades relacionadas con la
educación:
·
La
periodista Rhodelinda Julián publicó un artículo sobre nuestro trabajo en la sección de
Ciudad Real del diario ABC.
·
Enrique
Martínez-Salanova, del Grupo Comunicar, me pidió presentar el corto en la revista Aularia.
·
Por
invitación de Mercedes Ruiz, el corto, junto con otras actividades
audiovisuales en clase de francés, ha sido presentado en el foro de la
Fundación Telefónica “Cine y Educación: la formación del futuro espectador”.
·
He
presentado el corto en las jornadas anuales convocadas por la APFG (Asociación de
Profesores de Francés de Galicia), los pasados 19 y 20 de abril en Santiago de
Compostela.
·
También
fui invitado a presentar el proyecto en las II
Jornadas de Fomento del Bilingüismo “Fonética y Nuevas Tecnologías Aplicadas a
la Enseñanza del Francés” convocadas por la Consejería de Educación de
Castilla-La Mancha en la Biblioteca Regional de Toledo.
·
El
cortometraje también está compartido en la web del Instituto Francés de Madrid y en el blog de la APF de Valencia.
[2] Pour en finir une bonne fois pour toutes avec la culture, París: Solar, 1973 (Traducción de Michel Lebrun)
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